Del éxito y rentabilidad de las traducciones, en El Trujamán

Del éxito y rentabilidad de las traducciones

© María José Furió
El Trujamán. Instituto Cervantes

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En julio recibí un e-mail desde California firmado por una estudiante española de traducción interesándose por la recepción que había tenido desde su publicación en 2003 una novela que yo traduje, Un domingo en la piscina en Kigali, de autor quebequés, Gil Courtemanche. Me contaba que realiza un estudio en el que analiza en profundidad, desde una perspectiva sociológica, la narrativa quebequesa traducida en España en español y en catalán, entre 1975 y 2012, con especial interés por la circulación y recepción de estas traducciones en América Latina y Estados Unidos.

Aunque cuando se solicita un favor solemos mostrarnos aduladores queriendo asegurarnos la ayuda del interlocutor, me chocó que calificara mi trabajo de «magnífico». Es decir, si atribuía el 50% del aplauso en la cuenta de la captatio benevolentiae, el resto continuaba dando una traducción solvente. Bueno es saberlo. De esa traducción yo recordaba sobre todo el tira y afloja con las editoras a cuenta del conteo de palabras por el programa Word y, en consecuencia, la discusión sobre la cifra exacta que debería abonarme la editorial. El encargo me llegó como es habitual con nota de urgencia máxima y en la reunión con la editora, ésta presentó la novela como la última sensación en Canadá, donde tuvo ventas millonarias. La acción, como sabrán algunos lectores, tiene lugar en Ruanda en los momentos previos a la matanza de tutsis a manos de los hutus y sus protagonistas son un reportero canadiense ya maduro y una bella y muy joven hutu de rasgos tutsis. El terror durante la limpieza étnica y los estragos del sida son el marco de la historia amorosa y, como suele decirse, la historia alcanza a los personajes. La joven editora calificó la novela de «muy bonita», no habló de incremento de tarifa por entrega urgente, ni yo me arriesgué a exigirla, y empecé la traducción en tanto ellos preparaban el contrato.

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Gil Courtemanche

Al cabo de unos días, cuando la sangre de la matanza ruandesa desbordaba las páginas de la traducción, la llamé para preguntarle qué entendía exactamente por una «historia bonita», le puse al corriente del desarrollo argumental de la novela y acordamos día de entrega. El día D+1, con la traducción impresa y entregada, me sorprendió su nota con la ridícula cantidad para cobrar resultante, que podía resumirse en «lo comido por lo servido». Comprobé que había contabilizado con el programa Word «caracteres sin espacios», lo cual era una novedad. En páginas especializadas de traducción francesas, siempre más avanzados que las españolas en lo tocante a reivindicación y logros, ya habían realizado un estudio acerca de esta tendencia, nefasta para la profesión, que las editoriales trataban de imponer y que suponía una pérdida de ingresos en torno al 20%. Recomendaban a los traductores pedir entre un 20 y un 25% más sobre el total de contar «caracteres más espacios».

Dado que la editora no aceptaba la evidencia —el conteo hecho por un editor tradicional del mismo grupo editorial, la copia de las páginas francesas, etc.—, y como la urgencia era tanta que la traducción se entregó mientras llegaba el contrato, dije que me negaba a firmarlo si no se atendía mi reclamación. Encontramos un punto medio y firmé. A un amigo que me sugería dar mi brazo a torcer, pues no encontraría más trabajo, le expliqué que trabajar en esas condiciones equivale a hacerlo gratis pues no se cubren gastos, mientras los empleados de la editorial cuentan con todas las ventajas del convenio; la editora me aseguró al entregar el texto que no tenían buenos traductores de francés, y resultaba ya absurdo preguntarse por qué razón.

dimanche kigali film
Photo : Stéphane Najman, photoman.ca
Fatou N’Diaye (actriz) & Luc Picard

La recepción de la novela no alcanzó ni de lejos las cifras de Canadá. La estudiante de doctorado pareció sorprendida cuando atribuí su mitigado éxito a la abundante información que los medios españoles dieron de la matanza ruandesa, así que el recuerdo de la espeluznante tragedia no se compensaba con la presencia de la bella hutu-tutsi, pues en España el mito de la nynfette no ha cuajado como en la cultura francófona. Son estos detalles de cultura, creo, los que determinan la rentabilidad y el éxito de una traducción, más que chuparle al traductor unos cuantos euros.

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Un domingo en la piscina en Kigali, de Gil Courtemanche

Las atrocidades de las matanzas de Rwanda, narradas por el autor canadiense Gil Courtemanche.
Una visión muy sui generis de la vida de los expatriados en Ruanda. Gran éxito en su país, sin excesivo eco en España, donde no atraen demasiado las historias de amor entre señores entrados en años y jovencitas.
Emecé Editores
256 páginas
Idioma: Español
ISBN: 8495908662 / ISBN-13: 9788495908667
Extracto y comentarios en el blog de Antonio Pérez Río:
http://antonioperezrio.wordpress.com/2009/11/22/un-domingo-en-la-piscina-en-kigali/

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