Deconstruyendo “Mein Kampf”: “Traduire Hitler”, de Olivier Mannoni, en VV.CC.


Este lunes se publicó en Vasos Comunicantes, revista de la Asociación de Traductores Españoles, la segunda parte de mi artículo dedicado al ensayo que el traductor del alemán, el francés Olivier Mannoni, especialista en el periodo nazi –y que fuera un excelente presidente de la Association des Traducteurs Littéraires de France–, ha dedicado a la aventura de traducir el Mein Kampf de Adolf Hitler en la controvertida edición crítica de Fayard.
Espero que mi artículo anime a algún editor a traducirlo al español. Además del interés intrínseco del texto, se añaden las reflexiones de su traductor en torno a los vínculos entre el discurso antisemita y de exclusión del dictador alemán y las nuevas corrientes de ultraderecha que campan por todo el mundo, y de manera harto inquietante en Europa, con los Le Pen en primera línea en el país vecino.

Empieza así:

La última polémica mayor en torno a una traducción ha tenido como asunto la de Mein Kampf (Mi lucha), del dictador alemán Adolf Hitler, y ocupó en Francia incontables páginas de publicaciones y horas de radio y televisión cuando se publicó la noticia de que, aprovechando que el 1 de enero de 2016 el título entraba en el dominio público, la editorial Fayard se proponía ofrecer una nueva traducción, siguiendo el ejemplo de la que se publicaría en Alemania. En ambos casos se trataría de una edición crítica y anotada a cargo de un equipo de prestigiosos historiadores expertos en el periodo nazi, algo imposible hasta entonces porque el depositario de los derechos de autor, el Ministerio Bávaro de Economía, no había permitido nuevas ediciones, ni siquiera las de carácter científico. El Institut für Zeitgeschichte de Múnich, con una gran experiencia en la publicación de fuentes históricas, incluido el periodo nazi, creó un equipo permanente de cuatro historiadores apoyados por una red de expertos. La fecha elegida para publicar su edición crítica fue precisamente enero de 2016, y esta edición sirvió de base a la francesa.

En el país vecino, ediciones Fayard propuso la nueva traducción en francés a un prestigioso traductor especialista en el III Reich, Olivier Mannoni (1960), en cuyo haber destacan la biografía más reciente del Führer: Adolf Hitler, une biographie – L’ascension: 1889-1939, de Volker Ullrich, en dos volúmenes para Gallimard, La Médicine nazie et ses victimes («La medicina nazi y sus víctimas»), de Ernst Klee, y una selección de los diarios de Goebbels y de Alfred Rosenberg. Mannoni entendió que su trayectoria hacía de su nombre la mejor opción. Así la resume en Traduire Hitler:

«Tras una cincuentena de traducciones de obras consagradas a la medicina nazi, al antisemitismo, a la Shoah por balas, a la organización de los campos de concentración, en Auschwitz y en Birkenau, era en definitiva lógico volver a la fuente, tomar de cara y en su integralidad la traducción de Mein Kampf y proponer un texto utilizable en francés para los historiadores, los lectores interesados así como para mis colegas. De modo que acepté, con la reserva de las condiciones habituales que exijo para este tipo de trabajos: no una publicación “en bruto” del texto fuente, sino acompañada de un aparato crítico sólido establecido por historiadores».


Portada Traducir a HitlerContinúa aquí: https://vasoscomunicantes.ace-traductores.org/2024/02/05/deconstruyendo-mein-kampf-traduire-hitler-de-olivier-mannoni-maria-jose-furio-i/

Aquí el enlace a la segunda parte:https://vasoscomunicantes.ace-traductores.org/2024/02/12/deconstruyendo-mein-kampf-traduire-hitler-de-olivier-mannoni-maria-jose-furio-y-ii/

Qué tipo de crítica de la traducción queremos, en VV.CC.

La serie El juego del calamar ha provocado mucha polémica por el subtitulado plagado de errores.


Hoy se publica en Vasos Comunicantes, la revista de la ACETT, mi artículo dedicado a la crítica de la traducción. Presento varios ejemplos del tipo de crítica con diferentes niveles de profundidad y análisis de parte de académicos, críticos, estudiantes y ese monstruo que es el usuario anónimo de internet.

«Es una pregunta y una reflexión a la que llevo dándole vueltas hace algún tiempo y parece que ahora, cuando las opiniones y reseñas sobre libros ya no están restringidas a diarios y a revistas especializadas, es un buen momento para plantear algunos aspectos del asunto.

Ya conocemos las respuestas habituales a por qué los críticos suelen pasar por alto un comentario algo desarrollado al trabajo del traductor: que no tienen acceso al texto en el idioma original o que, de tenerlo, no conocen el idioma para dar una opinión fundamentada.

Vayamos a la parte agradable del asunto, cuando salta a la vista que el resultado es excelente sin necesidad de tener el original de la novela, el ensayo, los poemas, la pieza teatral, en un idioma que casualmente dominamos y podríamos cotejar, ahora que las bibliotecas están bien surtidas y podemos comprar online o acceder a bibliotecas que han digitalizado a los clásicos. No solo los traductores profesionales pueden darse cuenta de que ahí ha habido una buena mano (y unas neuronas con sus sinapsis en forma, y horas previas de lectura y un surtido de diccionarios de papel, online y vivientes). Un lector con cierto bagaje se da cuenta de que el traductor ha peleado por cada palabra, que no ha cedido a la pereza de quedarse con un verbo aproximado y que en lugar de, pongamos, «chancletear» ha escrito «trapalear». Lo que eso significa como señal de confianza en su propio trabajo y en el lector es una especie de contrato implícito que los buenos traductores –y las editoriales que optan por no corregirlo por otra solución más llana– defienden al entregar el libro traducido. Si nos ponemos estupendos, estupendamente capitalistas, diríamos que esa es su «marca»; si nos ponemos trascendentales, que ese es su legado, su contribución a una historia de la traducción, ya que decisiones de este tipo determinan las ocurrencias (apariciones) de una determinada palabra y facilitan así que sucesivos traductores tomen decisiones menos vacilantes.»

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El doblaje de películas de animación, como Madagascar, que recurren a grandes estrellas del cine o la televisión para dar voz a los bichos se ha convertido en un elemento de márketing que las productoras tienen en cuenta en el diseño de producción; por ello suelen destinar un presupuesto digno a la traducción -o adaptación, según el país–. A veces, el trabajo está coordinado por un director de doblaje.

Yourcenar – Baldwin – Darrieussecq

Cavafy edición vieja gallimard

Yourcenar / Baldwin / Darrieussecq: de las bellas infieles al wokismo, (I) en Vasos Comunicantes


Creo no equivocarme al decir que la imagen de Marguerite Yourcenar que la mayoría tenemos es la de una escritora de temas históricos, muy erudita, de estilo denso y elevado, que sus muchos detractores llaman pompier. Estaba leyendo de forma desordenada el segundo volumen de entrevistas recopiladas por The Paris Review publicadas en español por Acantilado (entrevista traducida por Gonzalo Fernández Gómez) y, al descubrir que los escritores que decían cosas más interesantes no eran necesariamente los que más me gustaban, me zambullí audazmente en la entrevista, publicada en primavera de 1988, que Susha Guppy le hizo a Yourcenar y que la autora de Memorias de Adriano no llegó a revisar ni a ver publicada pues murió en 1987.

Hacia el final, Guppy le pregunta por su más reciente incursión en la traducción, la versión francesa de la obra teatral The Amen Corner —o El rincón de los Amén— del hoy muy reconocido James Baldwin.

–Acaba de traducir al francés The Amen Corner, de James Baldwin, y me consta que no solo lo admira como autor, sino que además tiene una buena amistad con él. ¿Qué opina de su trabajo actual?
Yourcenar responde de un modo que hoy parece muy desenvuelto respecto a los problemas de su buen amigo.

–Baldwin ha escrito algunas páginas admirables, pero le falta coraje para llevar sus conclusiones hasta las últimas consecuencias. Tendría que haberse atrevido a golpear más fuerte. Ha tenido una vida muy dura. Fue uno de los nueve hijos de una familia pobre de Harlem. A los quince años era predicador; a los dieciocho, fugitivo. Trabajó en lo que pudo, primero en el Ejército, durante la guerra, luego en la calle, ganando lo justo para sobrevivir. De alguna forma se las arregló para ir a París, donde fue a parar a la cárcel por el crimen de no tener residencia fija ni profesión. Ahora tiene problemas con la bebida, pero muchos escritores estadounidenses han sido alcohólicos, tal vez a causa del puritanismo que domina el alma estadounidense desde hace tanto tiempo. Sin embargo, cuando un estadounidense es generoso, cordial e inteligente, supera a los europeos. Yo conozco por lo menos a cinco o seis que responden a esa descripción.

De esta indiscreta parrafada me interesó la frase «le falta coraje para llevar sus conclusiones hasta sus últimas consecuencias. Tendría que haberse atrevido a golpear más fuerte». La información recabada me dice que The Amen Corner fue la primera obra teatral de Baldwin, escrita en 1954 durante su primera estancia en Francia, entre 1948 y 1957, y que aborda asuntos que definieron su carrera: la pobreza, el racismo y el papel de la iglesia en la vida de los negros americanos. La intriga gira en torno a la guerra que libran sor Margaret Alexander, pastor de una iglesia negra «de esquina» en Harlem, y su exmarido Luke, músico de jazz, por el alma de su hijo David. Yourcenar la tradujo en la década de los 80, tres décadas después de su estreno, por lo que es difícil saber si el coraje y las conclusiones más arriesgadas que echa de menos eran de tipo ideológico o expresivo.

sigue aquí →: Yourcenar / Baldwin / Darrieussecq, 1
Y la segunda parte del artículo, aquí: Yourcenar, Baldwin, Darrieussecq, 2

Traducción de Marie Darrieussecq

Contrepoint, núm. 5

Se ha publicado el nuevo número de la revista que publica CEATL, es decir el Conseil Européen des Associations des Traducteurs Littéraires, Contrepoint –hay versión en francés y en inglés–, con un índice de temas que apetece leer: desde la visibilidad de los traductores literarios, los problemes que enfrentan los traductores en zonas de conflicto, las amenazas que la crisis económica, la falta de reconocimiento de la profesión, y el inevitable debate sobre la joven poeta Amanda Gorman…
Para mí tiene el interés añadido de poder acceder, gracias al nuevo esperanto que es el inglés, a traductores de orígenes e idiomas que pocas veces llegan a las revistas de traducción.

Copio la presentación, para abrir boca:

«La visibilité pour tous le types de traducteurs, et plus particulièrement pour les traducteurs littéraires, fait souvent l’objet de débats passionnés, surtout en ce moment. Être visible est parfois une nécessité ; parfois, au contraire, c’est un danger. Dans ce nouveau numéro, Contrepoint se penche sur différentes expériences de la visibilité et de ses conséquences pour les traducteurs.
Mascha Dabić, traductrice littéraire et autrice d’un roman qui parle d’une interprète, décrit les différences entre la visibilité du traducteur et celle de l’écrivain. Marta Morros Serret évoque le traitement souvent dédaigneux réservé à la littérature jeunesse et à ses traducteurs, et dessine des pistes pour y remédier. Arnaud Pasquali détaille comment l’UE cherche à contribuer à la visibilité des traducteurs littéraires en prenant en compte les diverses facettes de leur rôle dans le marché du livre. Maya Hess raconte l’histoire de l’association Red T, qui se bat pour attirer l’attention sur la situation souvent extrêmement précaire des interprètes et traducteurs en zone de conflit, souvent oubliés. Depuis le Belarus, on nous explique comment le régime s’emploie activement à effacer la visibilité de la littérature du pays en s’en prenant à ses auteurs, à ses traducteurs et à ses lecteurs.
Tout cela et plus, vous le trouverez dans le dernier numéro de Contrepoint en ligne.»

Y vale la pena visitar la página de Actualidades regularmente  para informarse de nuevas becas, propuestas de residencias, leyes y otros estímulos a la traducción.

El título apropiado, en Vasos Comunicantes

Este artículo puede leerse entero en la revista de la ACETT Vasos Comunicantes, núm. 58 de julio de 2021

Elegir el título de un texto traducido es una de las prerrogativas que el editor se reserva para procurar la comercialidad del “producto”, por lo que no acostumbro a poner pegas si es distinto del que yo les propongo. A fin de cuentas, el editor sabrá si se parece demasiado a otro de su catálogo o de la competencia o si confundirá al lector sobre el género literario al que pertenece. El título original francés Venise.net, de Thierry Maugenest, una novela de intriga cuya estructura se ordena en correos electrónicos entre los distintos personajes, se cambió por El lienzo de Tintoretto, más explícito sobre el asunto detectivesco. Cuando el autor es un desconocido en nuestro mercado, conviene multiplicar las opciones de lanzarlo.

            Sin embargo, a veces podemos cuestionar la decisión del editor y marginar nuestra resignación de obreretes del intelecto para preguntarnos si hay que defender una coherencia intelectual, que a medio y largo plazo beneficiará al editor en el mercado global.

El sociólogo Alain Touraine (1925-) Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010

A saber, el título del ensayo del sociólogo francés Alain Touraine, Penser autrement, fue traducido por los editores como La mirada social. Un marco de pensamiento distinto para el siglo XXI. El título original hace referencia directa al lema de Michel Foucault, recogido en el segundo volumen de su Historia de la sexualidad. El uso de los placeres. Mientras leía el párrafo que cito bajo estas líneas, me pregunté qué título habrían elegido los editores de conocer esta referencia: ¿Pensar de otro modo? ¿Pensar distinto/diferente? ¿Otro modo de pensar? Del título y de la trayectoria de Touraine se desprende que el ensayismo francés de la segunda mitad del siglo XX se plantea como un diálogo sostenido en el tiempo, y a veces en la distancia, entre un conjunto de autores que forjaron una trama de reflexión filosófica con una fuerte impronta en el pensamiento occidental.

«Hay momentos en la vida en que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir de modo distinto de como se ve es indispensable para continuar mirando o reflexionando […]. Pero ¿qué es en tal caso la filosofía hoy –me refiero a la actividad filosófica— si no es el  trabajo crítico del  pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste en vez de en legitimar lo que ya sabemos, en tratar de averiguar cómo y en qué medida sería posible pensar de modo distinto?[1] »

Conservar el vínculo entre el ensayo de Touraine y el referente implícito de Michel Foucault significaría que la colección –si no la casa editorial en conjunto— tiene un discurso intelectual propio, un discurso además consciente, decidido y sopesado, no solamente un catálogo heredado de nombres de referencia de la filosofía contemporánea, que se mantiene en cartera porque cierto número de ellos aún se vende y algunos forman parte –¡aún!– de los programas de estudios universitarios españoles e hispanoamericanos.

Portada de la edición de Paidós de Foucault, Pensamiento y vida

También para la misma editorial, y de nuevo con Michel Foucault en el horizonte,  traduje el Michel Foucault. Sa pensée, sa personne, de Paul Veyne. La editorial decidió ese Pensamiento y vida, que me parece francamente acertado considerando el tono del ensayo, aunque no se trata estrictamente de una biografía intelectual rigurosa porque está muy matizada por la amistad que unió a ambos intelectuales –o sesgada en la amabilidad de la perspectiva, como demuestra en su explicación de los hechos en torno a la muerte por sida de Foucault. Dicho sea de paso, creo que Paul Veyne es uno de esos autores a los que cualquier traductor le toma simpatía, por su tono ponderado y sus tomas de posición nunca estridentes. Sin embargo, para este ensayo me pareció adecuado proponer un título menos impersonal, o menos tópico y general que el que sugería La pensée, la personne, y adoptar la alternativa que Veyne da en el prólogo: El samurai y el pez rojo.

            Me pareció más interesante porque intrigaría al lector al sacarlo de las rutinarias expectativas de la retórica filosófica o ensayística, como se empeñaba en conseguir el propio objeto de estudio, Foucault. Así, el pez rojo es el que nada dentro de ese pequeño acuario de cristal que son las verdades asumidas de una época y, según Veyne, el autor de Historia de la sexualidad era tan pececillo rojo como cualquiera de sus contemporáneos, una alienación inevitable que él combatió desdoblándose en ese observador que cuestionaba tales ideas. La imagen del samurai se presta a la que cultivó Foucault, no solo en su aspecto exterior sino también en su vertiente de «esgrimista intelectual» que –siempre según Veyne— «manejaba la pluma como si fuese un sable». Que los editores optaran por un título menos colorido, menos audaz, no deja de delatar las inercias ligadas a lo que se considera ensayo serio.

— Nota:

Michel Foucault escribió: Il y a des moments dans la vie où la question de savoir si on peut penser autrement qu’on ne pense et percevoir autrement qu’on ne voit est indispensable pour continuer à regarder ou à réfléchir (…). Mais qu’est-ce donc que la philosophie aujourd’hui – je veux dire l’activité philosophique – si elle n’est pas le travail critique de la pensée sur elle-même ? Et si elle ne consiste pas, au lieu de légitimer ce qu’on sait déjà, à entreprendre de savoir comment et jusqu’où il serait possible de penser autrement ? » (L’Usage des plaisirs, Gallimard, 1984, pp.15-16).

[1] Editorial Gallimard, París, 1984, pp.15-16. En español, este volumen fue traducido por Martí Soler y publicado por Siglo XXI.

Subtitular de más o de menos: “Il Conformista”, de Bernardo Bertolucci

 

 

 

 

En la revista VASOS COMUNICANTES de la Asociación de Traductores de España se publica hoy mi artículo dedicado a analizar diferentes aspectos de la gran película de Bertolucci, Il conformista, y especialmente de qué modo los errores en el subtitulado distorsionan o impiden comprender trama y subtexto.
Empieza así:

«El Conformista, de 1970, fue la primera película de Bernardo Bertolucci (Parma, 1941 – Roma, 2018) financiada por una gran productora (la Paramount), después de apenas cuatro largometrajes de ficción (La commare seca [Cosecha estéril, 1962], Prima della revoluzione [Antes de la revolución, 1964], Partner [id., 1968], Strategia del ragno [La estrategia de la araña, 1969], además de unos pocos documentales. El guion del propio Bertolucci adaptaba la novela de 1951 del mismo título de Alberto Moravia (Roma, 1927-1990). Puede decirse sin reservas que los años le han sentado muy bien y que su nominación al óscar a la mejor película extranjera no parece hoy fruto de un apasionamiento circunstancial de los americanos aunque, por supuesto, el tema nazi/antifascismo siempre despierta simpatías en Hollywood. Al verla de nuevo hace unos meses me chocaron algunos fallos del subtitulado y un detalle en la versión doblada al castellano, que comentaré en estas páginas.»

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“¡Esto no lo has traducido tú” Semblanza de Marie-Claire Solleville en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

Marie Claire Solleville joven
Imagen de Marie-Claire Solleville en su juventud  (foto de la revista)

Aquí va mi más reciente contribución al blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, una breve semblanza de la traductora franco-italiana Marie-Claire Solleville.

El número 3 de la revista L’Écran traduit, especializada en la traducción audiovisual estaba enteramente dedicado a las memorias de la traductora franco-italiana Marie-Claire Solleville (1927-1991). Su título marca el desenfadado tono general: «¿Tú has traducido esto? Breve aproximación insólita al cine italiano». Su lectura es recomendable tanto por la simpática personalidad de la protagonista como por la información acerca de los usos y costumbres en la traducción para el cine que estuvieron vigentes en Italia y en Francia entre las décadas del 50 y 80, antes de la implantación generalizada de la máquina de escribir electrónica y del ordenador.

Solleville era nieta de Luigi Campolongui, figura eminente del antifascismo, e hija de Lidia Campolongui, quien participó en la lucha política en los ambientes de la emigración italiana. Llegó a Italia después de la guerra acompañando a Claude Heymann y a Jean George Auriol* durante el rodaje de Fabiola, de Alessandro Blasetti [1949]. Pronto se introdujo en los ambientes del cine –tuvo por maridos al actor Fausto Tozzi y al pintor Sinko–, y fue ayudante de Renato Castellani. Cinéfila desde muy joven, colaboró ocasionalmente con las revistas Cahiers du cinéma y Arts, firmó guiones famosos, como Anche gli angeli mangiano fagioli (También los ángeles comen judías, 1973, dirigido por E.B. Clucher y protagonizada por Bud Spencer y Giulianno Gemma).

Pero fue la traducción de guiones para el cine, y al final de su carrera también para series de televisión, la actividad que la convirtió en una figura inolvidable para un impresionante elenco de directores durante la época dorada del cine italiano.

El nombre de los directores con los que Marie-Claire Solleville colaboró tira de espaldas: Roberto Rossellini, Federico Fellini, Dino Risi, Francesco Rosi, Ettore Scola, Gianni Amelio, Alberto Sordi, Costa-Gavras, los hermanos Taviani, Lina Wertmüller, Suso Cecchi d’Amico, etc. (Sí, qué envidia.) Aunque habla con afecto y humor de la mayoría de ellos, no disimula que siente debilidad por Rossellini, Rosi y Scola, sus apoyos más generosos –ahí tenemos la anécdota de Roberto Rossellini paseándola por la televisión, la RAI, y despidiéndose de ella con mucho teatro para que todos la vieran en su compañía, una especie de carta de presentación andante–. La traductora se ríe no poco de Federico Fellini y de la élite intelectual emergente en los años 60, pero no hay acidez en sus memorias, marcadas de principio a fin por una risueña picardía.

Traducía siempre al francés y sorprende su categórica afirmación de que no es posible ser enteramente bilingüe. Su materia de trabajo eran los guiones completos para el doblaje en Francia; también traducía los guiones que el productor utilizaría para buscar financiación mediante una coproducción, o los tratamientos de un guión para presentarlo en festivales como los de Cannes o Venecia, donde durante una semana se vive la mayor concentración de productores de cine y televisión por metro cuadrado del mundo. Aquí vale la pena saber que la versión francesa podía utilizarse para atraer al actor o actriz galos con que soñaban el director o el productor y, por último, para preparar los subtítulos de las películas llamadas “de arte y ensayo”.

Solleville ofrece un punto de vista privilegiado, al observar la industria del cine italiano en primera línea mientras con su trabajo construía el oficio de traductor audiovisual, que por entonces estaba en fase diría que artesanal: se trabajaba sin contratos, no había asociaciones de traductores ni un estatuto diferenciado; había que echar horas sin fin, las copias se hacían en papel carbón, y debía apoyarse en dactilógrafas cómplices, diccionarios y jergas construidos a medida por la propia traductora.

Scola escribe en la presentación del homenaje que su trabajo «sin fines de semana ni vacaciones, ni Seguridad Social ni pensión de jubilación la mantenía encadenada a su Olivetti Praxis 48 como una monja que no puede abandonar su convento»… Una monja que tenía que conocer los burdeles, comisarías y el habla de sus habituales como la palma de su mano. El director de La terraza y Una giornata particolare encarece el trabajo de la «irónica, generosa, testaruda» Solleville con interesantes reflexiones acerca del reto que entraña traducir la lengua italiana, una auténtica jungla léxica que se nutre de decenas de dialectos diferentes, a la que además se incorporaban en esas décadas de esplendor las jergas profesionales, juveniles y políticas, sin olvidar el idiolecto de cada personaje ni la contaminación del inglés, que aun siendo generalizada en los países latinos, son distintos los términos que cada país importa.

Varios son los buenos consejos de traducción que da Solleville, que ella resume en “la obligación de pensar” y obligar a pensar a los otros y, sobre todo, la obligación de estar despiertos. La suya no es una traducción automática, ni perezosa ni toma atajos, es una traducción alerta a las diferencias culturales entre los países vecinos, a las marcas de época (pone como ejemplos el uso del Voi mussoliniano contra el Lei; las camisas rojas garibaldinas, etc). Este tipo de traducción artesanal combina la creación de un lenguaje creíble para el cine, adaptado incluso al actor que interpretará el rol, con intervenciones sutiles en la adjetivación tanto para conformarse a la preferencia francesa por la síntesis como para ahorrarle a las actrices veteranas más bellas verse de golpe calificadas de viejas.

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Uno de los títulos más conocidos de Solleville, quien hizo exitosos pinitos como guionista

Sus observaciones irónicas sobre el cine erótico, en plena ola de destape, no tienen precio, como tampoco sus ardides para cobrar sí o sí las deudas que contraían con ella productores rácanos o cortos de fondos; nos cuenta el truco para evitar que ese joven director que nos ofrece traducir su primer guión tarde tres horas en ponernos al corriente de sus sutilezas y se extiende sobre la necesidad de recurrir a expertos en jergas carcelarias y en narcóticos.

Sin embargo, seguramente el consejo de Solleville más útil para los traductores, considerado el panorama hoy, es este: «No seáis estúpidamente honestos».

Pedro Mairal traducido al francés, semblanza de Paul Lequesne

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Pedro Mairal traducido al francés por la argentina Julia Azaretto

La segunda parte de la reflexión en torno a la traducción al francés de la poesía de Pedro Mairal, de la mano de la también argentina Julia Azaretto, consiste en la semblanza que el traductor Paul Lequesne escribió para En attendant Nadeau, y que traduje al español para que los colegas latinoamericanos supieran de la recepción de su poesía a través del blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires.

«Pedro Mairal, mascarón de proa de la nueva ola literaria argentina, es también uno de los representantes más singulares de la poesía sudamericana contemporánea, que maneja con igual acierto el humor, la desesperación y el endecasílabo, como demuestra su recopilación Supermarket Spring, publicado el pasado marzo por L’atelier du tilde.

Se trata de un precioso libro, la cubierta –papel gris beige, de grano rayado, tinta naranja— muestra una composición de inspiración curiosamente constructivista, como un cartel o el rótulo de una tienda, que reúne en un bloque vacilante una puntualización útil: «poesía argentina contemporánea», el nombre del autor: Pedro Mairal, el título: Supermarket Spring, y una particularidad del libro: edición bilingüe.»

Continúa aquí: ξΨ

La poesía de Pedro Mairal traducida al francés por Julia Azaretto, en el Club de Traductores literarios de Buenos Aires

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Julia Azaretto (Atlf)

El pasado 19 de septiembre, el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires publicó la muy interesante entrevista que el traductor Paul Lequesne le hizo a nuestra colega argentina Julia Azaretto a propósito de su traducción de la poesía de Pedro Mairal. Julia, de origen argentino e instalada en Francia, traduce tanto al español como al francés, de ahí el especial interés de sus comentarios. Traduje la entrevista al español del original publicado en la revista En attendant Nadeau.

Así empieza..

«Pedro Mairal, mascarón de proa de la nueva ola literaria argentina, es también uno de los representantes más singulares de la poesía sudamericana contemporánea, que maneja con igual acierto el humor, la desesperación y el endecasílabo, como demuestra su recopilación Supermarket Spring, publicado el pasado marzo por L’atelier du tilde.»

Sigue aquí…

 

La traducción creativa: dos o tres cosas que sé, por Albert Bensoussan

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El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante

El reconocido traductor Albert Bensoussan publica en el dossier dedicado a la traducción de la revista En attendant Nadeau un artículo sobre su experiencia de traducir Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante. Una auténtica y gozosa lección.

Podéis leerlo (en francés) en este enlace: traducción creativa.